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Estimado Bunbury: Ya estoy aquí de nuevo. Interesada en escuchar un nuevo tema de tu álbum Curso de levitación intensivo: El momento de aprovechar el momento. ¡Woaow, qué videoclip! Me gustas tú, me gusta el caballo, me gustan los gatos, y me gustan los porros! Y tuve una época en que te hubiera dicho que también me gustaban los esqueletos. Yo nunca he montado a pelo, me parece imposible, pero lo admiro. Genial el hombre con Los Ángeles tatuado en su estómago o su plexo solar. Ahora no lo recuerdo. Voy a volver a escuchar la letra prestando solo atención a eso, a ver qué sucede. Yo se puede decir que tengo cero empatía con la sociedad, pero que sé estar en cautividad, cuando confinamiento quiere decir a solas con quien vivo y con cervezas para compartir. ¡Woaow, qué letra! Yo ya la llevaba por otro lado. Pero cómo me gusta. Es una incitación a la rebeldía. Pero a una rebeldía imaginativa. Eso del zoo lo escribí yo hace unos meses, luego dejé que lo leyera un médico jubilado del sistema, y ahora ando temblando ante la posibilidad de que él se pusiera en contacto con mi psiquiatra y a mí me modifiquen la medicación. Porque no lo soportaré. Lo que no sé exactamente es qué es una enmienda a la totalidad. Pero elijo huir del sistema y el ademán con el que tropiezo una y otra vez es mi puta necesidad de comunicación y mi amabilidad. Joder, piensas mucho Bunbury. Aunque te inspires en la calle y la literatura, o quizá por eso. Y si tus cuadros son los que aparecen en este videoclip, a mí me gustan. Pero no sé si hay quien los consideraría «naif». Y por cierto, Servidor de nadie, ¿quién es? ¿sois vosotros? Y sobre la vulnerabilidad, a mí en absoluto me importa reconocerla. Aunque la vanidad juega en mi contra. Perfecta, de verdad que sí, esta canción. No sé por qué pienso que no me van a gustar la primera vez que las escucho, aunque creo saber que cuanto más me mueva hacia tu pasado solista menos amor sentiré contigo.
Ahora viene Malditos charlatanes. Aquí me tengo que dar por aludida, evidentemente. Pero no, al llegar al punto de la superioridad moral he de decir que no, que yo carezco de eso, no sé si con respecto a todo el mundo, pero sí con respecto a la mayoría y, por supuesto, a ti. Y a pesar de que aquí, y con Luna, experimente grandes limitaciones para crear algo de belleza, dadas las circunstancias, creo que en el pasado no fue así y en privado, hay días, espero, que no sea del todo así. Esta también es una gran canción Bunbury y nos atañe a todos. Pero no sé si a todos va a gustarnos saberlo. Aunque creo que eso a ti te la trae al pairo.
Melrose Ave, en Exilio Topanga, me descoloca, ese es el término más acertado. Pero trato de caminar con ellos, con Tony y Christine, que hoy deben tener nuestra edad. Yo lo más cerca que estuve del punk-rock fue unos carnavales de mis catorce años. Cuando me disfracé así. Imagínate lo que me afectaba. Tú eso que describes posiblemente lo conocieras en algún momento, aunque se me hace raro pensar que tan pronto, que el grupo fuera internacional en seguida. Luego, en la siguiente estrofa se me hace difícil seguirte, cuando mezclas el «toreo», con el que desorbitaste a Sánchez Dragó. Vas haciendo historia de ese lugar. Johnny Rockets es una cadena de restaurantes de comida rápida basada en los diners de los 50. Esas tiendas de discos y casetes. Aquí los posters los sacábamos del Superpop. Lo retratas todo. Era la evolución. Lo que hoy, en estos tiempos, hace arder a los legisladores de la moral. Lo digo así, pero no es lo que tú dices ni como tú lo dices. Aunque al final he terminado por saber de qué hablabas. Sigue cuidándote mucho. Me encantas, cada día más.
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El Camino del Arcano Sin Número 
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