El reto de Luna (185)

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EL COMIENZO DE LAS NOTAS QUE LUNA TOMÓ EN LA MUERTE DE LA LECTORA

Creo que lo dice Marisa Paredes, que todas hemos sido violadas alguna vez. Digo que creo porque no entré a leer el artículo. Porque venía pensando en escribir esto: Estupenda reseña de Ángela Castellanos, me parece que era, sobre el Leer mata de Luna. Hoy más imprecisa que nunca. No sé si es el mejor momento para leer las notas que escribió Luna en su performance La muerte de la lectora. Esas notas ella las escribió en las páginas en blanco que arrancó de los libros. Por tanto, lo de rompedora aquí es exacto. Pero deben estar desordenadas. En la primera Jane Eyre es la protagonista. Luna tiene un breve sueño con ella, en torno a las seis de la mañana del día 26. Como yo no he leído Jane Eyre no puedo juzgar la actitud que toma la protagonista de la Brontë en esa aparición. Pero sí, yo también tendría miedo a quedarme dormida y a roncar. De hecho, ese fue mi miedo casi principal cuando me fui al Camino por primera vez. Porque me había grabado y sabía que lo hacía. Y las veces siguientes fue peor. La gente es cruel. La siguiente reflexión nos remite al movimiento. ¿Qué voy a decir yo? Mi culo y mis piernas también son inquietas. Pero yo nunca estoy recostada sobre una alfombra negra. Puede que los pies y las piernas de Luna estuvieran expresando por ella el deseo de no encontrarse ahí. Por qué Luna aceptó este reto ya no lo recuerdo. Pero acabo de descubrirla «golpeando» a Castro con un libro que él debió de escribir en algún momento, y riéndose: Otro palo al agua. Él a mí me inquieta, de nuevo esta palabra, pero no hay otra, porque la inteligencia siempre es un poco inquietante. No digo que no tenga buen corazón. Sino que me provoca cierto temor. A veces he pensado que tiene ojos de loco. Y que de volverse loco su destino sería terrible, más que el mío. Aunque eso pienso que es muy improbable. ¿Me va a dar hoy por sincerarme? En fin, unos versos de Luis Cernuda. Lo sé porque también se los leo a Pepe Oneto. Y hay días que a mí el día tampoco me parece demasiado tranquilizante. Aunque yo prefiero el ibuprofeno. Y sí, a mí también me encantaría ver esos dibujos de Luna leyendo. Ojalá la chica lea estas notas de Luna y se ponga en contacto con ella. O quizá ya se haya puesto en contacto con ella. En la siguiente nota yo no pienso en Castro cuando la leo. Pienso en un lector que estaba presente. Pienso que las atracciones son inmediatas y que las experimentaríamos casi todo el tiempo si estuviéramos en contacto con muchas personas. La última atracción que yo he sentido ha sido con alguien que todavía no se cómo llama. Pero que tiene un polvo por lo menos. A ver, ¿si un tío habla así qué pasa? ¿de qué lo acusamos? Pero yo es en lo que pienso todo el rato, cuando lo miro. Este, lo busco ahora, se llama Miguel Ángel Silvestre. Y me pareció de todo menos un cura, pero sobre todo un actor porno. Es que he comenzado a ver Los enviados con el casero. Y nos gusta. El recuerdo siguiente, porque es un recuerdo, es precioso. La gimnasia rítmica exige mucha disciplina. Y quizá no tanta como las novelas japonesas. ¿He entendido algo de los garabatos últimos de Luna? A continuación ella se muestra selectiva sobre el papel de los libros que lee. ¿Nunca has pensado en tu vida en escoger una heroína? Es en lo que yo pienso ahora. Sin embargo, a mí las fresas me encantan. Pero no aquellas con nata que trajo a la habitación del hotel Madrid 49, cuando nos acostamos ambos con la psiquiatra que ejercia de bailarina del vientre. Yo no pude cenar con ellos porque me presenté vestida como iba todos los días a jugar al polideportivo, con aquellas mallas sugerentes, que dejaban al aire mis pechos, con los que me sentía segura y que tanto seducían a mi profesor. Pero sí, yo también he sentido envidia alguna vez de eso que sigue. Siempre en el Camino, claro. Pero en especial una vez, en Manjarín, donde pudo sucederme, también, eso que dice Marisa Paredes. Pero tuve suerte o tuve carácter. Y también quiere decir por segunda y tercera vez. Y ahora me pregunto por qué ella no se acercó a esa pareja lectora, si tenía curiosidad. Yo lo he hecho en chinos, sin que nadie me hubiera dado vela en ese entierro. Pero en lo más surrealista que viví, no fui capaz. Por temor, quizá, a que la escena no fuera cierta. Y solo la estuviera presenciando yo. ¿Lo cuento? No, no lo cuento aquí y ahora. Y la siguiente nota de Luna es preciosa. ¿Sin amor qué nos pasa y nos queda? Pero me parece raro que ella le dé la espalda a Walter Benjamin. Aunque yo apenas lo he leído. Y eso debe tener un motivo, que no puede ser Colliure. Colliure no, Portbou. Y sería extraño que ella no hubiera tenido ganas de morirse en esa situación. Sin embargo, aunque a mí Simone Weil no me hace sentir sucia me hace sentir lerda. Y Kanako Inuki no tengo ni la más remota idea de quíén es. Terror shojo, ¿qué es eso? El manga nunca me atrajo. Pero sí Esther y su mundo. Aquí, luego, aparece su padre. El mierda de su padre. Y la casualidad del término Crepúsculo. Que por otro lado es significativa dentro del contexto de la que fue una experiencia crepuscular. Pero en Platón no he profundizado tanto, como para decir que no lo entiendo. ¿Chacoletos? Ni la más remota idea de lo que pueda ser. Pero creo que Kate Brigs tendría algo que decir al respecto. Y el bienestar de Ulises también es otra nota preciosa. Yo, al menos una vez, he dejado sujeto al espejo del baño, con tiritas, un mensaje. Este decía: «Sólo las personas excepcionales posibilitan las vivencias excepcionales. Tengo la certeza de que esto es el comienzo de una profunda comprensión personal.» Y lo voy a dejar por el momento aquí. Nada de atiborrarse, que eso no llega a ningún lado.

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Otro camino: LUNA MONELLE (segunda parte)

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