Del Olor a hormiga de Julia Peró (174)

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HORMIGA, LECTURA Y POSO

He estado escuchando a Júlia Peró y a Luna presentando Olor a hormiga. En ningún momento se habla del título de la novela, creo, que era lo que más me intrigaba. Yo hubiera hecho esa pregunta. Pero Júlia Peró me resultó fascinante, y su personaje, Olvido, muy atractivo de conocer. Aunque no la creí cuando dijo que no estaba basado en su abuela, con la que vivió cuando tenía 18 años. Y pienso que un poco ella se delata al final, cuando habla de cómo nos tienen que caer nuestros ancianos. Porque Olvido, al menos, no es buena. Mi abuela, sin embargo, si lo era. Pero lo era para mí, porque me quería. Porque yo la he visto agarrar a una señora para bajarla del autobús, porque la otra pretendía colarse. Y empujar escaleras abajo a su cuñado. Y he escuchado a mi madre decir, demasiadas veces, todo lo mala que era mi abuela y lo sucia. Cuando era la mujer más limpia que yo he conocido. Gran lectora, como sus hermanas. Me gustó Júlia Peró y lo que me pareció, en casi todo momento, una honestidad abrumadora. Sin embargo, supongo que no voy a leerla en Olor a hormiga. No voy a buscar, ahora, en la biblioteca si al menos tendría esa posibilidad, porque estoy sin conexión. Pero pienso que sí me gustaría conocer su poesía. Y es que el sexo sucio no me interesa, aunque tampoco me interesa el sexo limpio. Me interesa mantener la esperanza de alguna conexión emocional con las cosas. Que es lo que más trabajo me ha costado toda mi vida y lo que siento que está en peligro. Por eso voy a centrarme, en este rato que aún me queda aquí, en Mundo adulto. Yo la sensación de creerme adulta, como de haber crecido de repente, la tuve un año antes que Luna. Sin embargo, ahí me sentía fea. Y recuerdo cómo me avergonzaba el esmalte amarillento de mis dientes. Sin embargo, no quise hacer el amor hasta un año más tarde. Pero en ese momento se volvió una obsesión. Recuerdo que no quería morirme siendo virgen. Y lo siguiente me parece muy curioso. ¿Por qué razón Pedro dejó de hablarle? Y que Ana no la quisiera antes en sus álbumes de fotos. Voy a leer, de nuevo, su primer poema. ¿Qué significado tienen esos tres días? ¿Quién es Plectrude? ¿Cuándo comenzó ella a bailar y cuándo lo dejó? Me parece increíble que se pueda escribir así a los 14 años. Ese es el inicio del Cuaderno Nepalí. Yo tenía 15 y tenía un diario de mierda. Pero también era que fingía en él que era más niña de lo que era. Porque estaba segura de que podía ser leído. Pero mis primeros poemas fueron muy necios. Necios, cursis y fingidos. Luego, cuando sigo leyendo, me siento confundida. Porque, al principio parece que Luna está hablando de un chiquillo. Entonces, le da su cuaderno. Yo tardé muchos más años en hacer algo así. Creo que ya tenía 26 o 27, y lo que escribí fue un relato. Un relato que decoré con unos dibujos eróticos míos. Yo no sabía dibujar, pero el casero me sacó unas polaroid y sirviéndome de unas cuadrículas, trasladé esas fotografías a tamaño Dina-4, aunque la tormenta, y lo griego y el minotauro salieron de mi imaginación. Luego, Luna habla de la desesperación. Pero no era, o aún no lo era, una desesperación sin esperanza. Entonces, me detengo ahí. Para leer, de nuevo, los poemas que seguramente, entonces, él leyó. O una versión aproximada. No los merecía.

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Otro camino: LUNA MONELLE (segunda parte)

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