Después de haberme puesto en peligro
siempre queda jugar la baza más inteligente
para tratar de salvaguardar al yo
de los caimanes del manglar
En este caso será más correspondencia
un correo en el que le hable a él de mi abuelo
y de su cáncer de páncreas
del dolor que sentí con su veredicto de muerte
y con ese ahogo de lágrimas
que me prohibió derramar mi padre
cuando me comunicó su enfermedad
Y eso y el año y medio que continuó a eso
el año de las noches de terror
tiene que justificar
que mi boca estuviera en el pubis de ella
y en los pechos de ella
cuando aún el cuerpo de él estaba presente
en la mortaja que era la habitación de al lado
en su pulcro féretro
un ataúd que recuerdo de madera de castaño
donde yo experimenté aquel desconocido frío
que me provocó la insalvable distancia
y donde se acababa el amor
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