De la personalidad de Lola Font (189)

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TENSIÓN

No sé si me han timado hoy en Alain Afflelou. Voy a pagar 1340 euros por dos progresivas y por unas gafas para ver de cerca, con las lentillas. Yo no quise entrar en polémicas, porque me sentía muy insegura. Pero supongo que cuando me encuentre con los cristales lo comprenderé todo. Y supuestamente veré. Y si no ya es tarde. Ahora paso páginas de Fresy Cool, voy hacia atrás, a donde comienzan los subrayados. Lola Font residía en un apartamento. Entiendo que Pleonasmo Chef tomaba el tren de cercanías para llegar hasta ahí. No sé si se refiere, entonces, a Alcalá de Henares, o esta ya era la época en la que Luna vivía con Laura Rosal. ¿Qué calles son las calles complutenses? En Google Maps me pierdo, pero observo que sabría llegar hasta el templo de Debod. Y a partir de ahí puedo ir en busca del parque del Oeste y atravesarlo y ya estaría cerca. Son apenas tres kilómetros los que me separarían de la zona. Pleonasmo Chef busca los ojos de Lola Font, a la que llama la poeta. Posiblemente uno de los atractivos de Luna. Y dos besos en las mejillas, que son tímidos. Porque yo creo que Ibrahim B. sí debía de tener esa timidez. Luna preparaba la presentación de su segundo libro de poemas. Así que el poemario debía ser Poetry is not dead y el año el 2009. Y sí, ahí ella vivía en Alcalá de Henares. Chief dice: «De la Font me sorprende la dicotomía entre su poesía y su persona: una escritura atemporal, en contraposición a su persona-personaje pop.» Y la verdad es que me gusta como define la poesía de ella. Luego, siempre en la novela, pasean por el barrio de Maravillas, «o sea Malasaña». Y la frase siguiente de ella me la salto. Espero oírla decir cosas más interesantes. ¿Será así? Después, él rechazará todas las llamadas pero también la de Lola Font. Yo creía que esto tenía algo que ver con lo que más tarde sucede. Pero un beso, a medio camino, en la frente me hace pensar ahora lo contrario. Lo más lógico es que algún alter ego de Chief amenazara a Lola con serrar las piernas -me imagino que no sería en serio- de Changó, su amante y quizá el Oxidado. Ha comenzado a llover, comenzó justo cuando íbamos a salir de La Colonial, en Salinas, de comer un cachopo a la plancha salseado y riquísimo y un pastel de sidra con helado y nata. La borrasca Karlotta amenazaba desde hacía días, pero yo solo pedía que se retrasara. Y lo hizo. Las páginas siguientes, la setenta y dos y la setenta y tres y la setenta y cuatro están absolutamente subrayadas. Aquí es cuando ella le falta. Y nos habla de su sentido del humor. Aunque no sé si se refiere a ella, cuando dice lo siguiente: «absurdo y delirante como solo lo saben hacer los jóvenes nihilistas.» Porque también podría deberse al suyo propio. Y la va a llamar, e interesante, le va a dejar mensajes anónimos en clave, en su blog, mensajes que solo ellos pueden entender. Pero ella no responde. Hasta que lo hace y es para decirle a él que siente que ellos quizá han llegado demasiado lejos y que necesita poner tierra de por medio. Que si se tratara de mí, pienso que hubiera sido una estrategia. Y ahora la llama actriz impagable. ¿Qué sucede? ¿que él tampoco se lo ha creído? Bien: «No más Lola Font.» Lo dejo aquí porque hoy me siento cansada. Pero más tarde las cosas se ponen interesantes.

Post scriptum: Luna me hace llegar tres imágenes de La muerte de la lectora, en las que ella se encuentra con el muchacho que le gusta. Adiós a mi fantasía. Luego, cuando me siente aquí a escribir las comentaré.

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Otro camino: LUNA MONELLE (segunda parte)

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