Los poemas dedicados a Jacinto (178)

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LUNA Y LUZ POZO GARZA

Estoy tentada de escribir a Luna, después de escucharla este amanecer. Al principio batiendo los huevos para esa tortilla de pimientas, bonito y queso azul, que tanto me gusta. Estoy tentada de escribir a Luna, porque no sé si ella conoce a Luz Pozo Garza. Yo me enamoré de ella escuchándola hablar en una entrevista, por esa idea trascendental que ella tiene del amor que supera a la muerte. Al final, creo que introduciré aquí una pequeña «semblanza» que escribí hace tiempo, cuando yo la conocí. Después, me la encontré en la noche de una aldea, cuando Jaime, el padre de María, la chiquilla a la que atropellaron en la ronda de Lugo, segando su vida, me leyó un poema suyo que comenzaba así: «Hai un seixo branco…» El poema que figuraba en la lápida de su hija, allí en la iglesia románica de San Román de la Retorta, donde yo voy a tener sexo público con el danés. El danés no entra en la categoría de historia sórdida ni de amor, fue un amante. Mi último amante. Pero estuve tentada de escribir a Luna, porque ella persigue la mística, y yo creo que Luz Pozo Garza es un poco mística. Una mujer que habla de lo secreto y de lo íntimo, porque dice que no puede evitarlo, porque ella es así. Pero, luego, cuando abandoné la cocina, y Luna ya no hablaba de Concha Urquiza, o sí, la escuché seguir hablando con pasión, de Bolaño, la casualidad y otras poetas conocidas y desconocidas. Descubriendo, ahí, que yo a Unica Zürn, siempre la he llamado mal, porque la he llamado Unica, y entregándome a disfrutar del momento, de ese goce espiritual e intelectual de ella, por la literatura y, en concreto, por la poesía. Pero ahora ya me dirijo, después de comunicarte que espero por Fresy Cool, un ejemplar de segunda mano que al casero le pareció baratísimo, ayer un día de suerte para todo, la lavadora funcionando correctamente, después del disgusto que me dio el otro día, el partido fabuloso entre Medvedev y Sinner, yo aposté por Sinner y acerté, pero quería que ganara Medvedev, Fresy Cool que luego duplicaba o casi triplicaba su precio, House, por qué no, al segundo poemario de la trilogía del aprendizaje. Ese Mundo fantasma, que tantas veces me encontré en su blog, sin saber lo que era. O lo que era o lo que implicaba. Son estos los poemas dedicados a ese Jacinto, que ya salió a relucir por aquí. Y que no me aclaro todavía si es o no el Oxidado. El poemario, comienza, por supuesto, por una cita de Daniel Clowes. Y el primer poema es una biografía de antes del nacimiento. Un poco espeluznante. Aunque si lo raspas sientes la ternura que hay en ello. Una chiquilla de 17 años, los mismos que tenía mi madre cuando se quedó embarazada de mí. El papá de Luna y mi padre se parecen mucho, aunque el mío nunca fue culto. Pero lo atroz los equipara. Y qué miedo El exorcista, yo nunca he podido verla. Pero hubo un momento con Laura, la hija del señor Palmer, en que ese rostro fue importante. No sé si eso lo escribiré en mi relato. Porque por el momento yo también acabo de cumplir veinte años. Esa la primera vez que le planté cara a mi padre. Pobre habitación y pobres plantas. Yo también descubrí el miedo en la barriga de mi madre, pero por motivos diferentes. Aunque el cortisol que nos bañaba, por ello, no sé si lo comprendía. El segundo poema es místico, otra vez dulcísimo, con esa dulzura amarga, oximorónica, que tiene Luna. Dulce y lúcido. Este me gustaría leerlo en voz alta, para ofrecértelo. Pero es privado, por el momento. El tercer poema hace sonreír, porque aquí la niña vive. El cuarto poema es la descripción emocional de un cuadro. En el quinto poema, recuerdo, claro, también a Ignatius Farray aquella noche mágica, antes del Bloomsday, porque ahí le escuché hablar por primera vez a Luna de ese nombre que Nabokov no utilizó. ¿Qué habría sido de Nabokov sin Lo-li-ta? -me pregunto. Yo que nunca llegué a leer Ada o el Ardor, que fue lo que me recomendó Lemprier, el libro que le hice dedicarme a Pedro Ortiz, urbanista de la remodelación del aeropuerto de Madrid. Y de cosas inconfesables, por este medio. El poema sobre la escritura es terriblemente maduro y terriblemente realista. Si no se confía en el cuerpo todavía. Aunque del cuerpo siempre hay que desconfiar. El séptimo poema, vuelve a desconcertarme. Porque pensaba que la bisexualidad de Luna era más tardía. Un descubrimiento posterior. Aunque quizá no lo he leído bien. O puede que eso sea una corrección. El poema dedicado es breve pero inmenso. El noveno poema lo suscribo. Te puedes desternillar de risa o no creernos, pero ya lo supimos tan temprano, que era sí. Yo no había oído hablar todavía de ese escritor. A ella se lo puso su padre en las manos, a una edad impensable, y a mí un compañero de cursillo, en la época en que las Torres Gemelas desaparecieron. No sé porque él tenía tanto interés en que yo lo leyera, pero no le hice caso, aunque se molestó en fotocopiarme el libro. Cartero, recuerdo que era. Pero Nacho y su novia pensaban que yo estaba loca. Sobre todo cuando les dije que era esquizoide, porque esa idea la puso en mi cabeza Pedro Ortiz. Yo me acuerdo perfectamente de ese día en que las Torres Gemelas se vinieron abajo. Ignoraba, entonces, hasta la palabra atentado. Y cuando ellos me lo contaron me dio exactamente igual. Hasta ese punto era ignorante e insensible. Y por hoy lo voy a dejar aquí. Queda, eso sí, la «semblanza» de la que te hablé. En realidad, la encuentro en una carta a Manuel/Lisboa.

«‘Busca el estímulo de los que tuvieron que morir para nacer a la vida de la forma y cantaron en voz baja la acendrada melodía de sus encontradas aspiraciones’. Eso es lo que le dijo a Luz Pozo Garza, su inventor, que es como ella llama a Dioniso Gamallo Fierros. Luz nació en el seno de una familia pudiente, creo que de la zona de las Rías Altas, y habla de un léxico vivo, porque era un léxico oído, que ella no hablaba, porque en la clase media no se acostumbraba a hablar en gallego, pero que en su casa leían, por supuesto, porque a Rosalía la veneraban. Dice Luz que Rosalía era una mujer muy inteligente, y que a pesar de la sociedad represora en la que vivió, esa inteligencia suya le permitió elevarse por encima de todos, y escribir como escribía. Pero también dice que no se puede entender a Medea pensándola como una mujer de carne y hueso. Porque Medea pertenece a la protohistoria y nada tiene que ver ni con Jasón ni con su cultura. Luz piensa que el poeta siempre está cambiando, y que las suyas son interpretaciones tan dispersas como diversas. Luz es católica, sí pero también se reconoce ecléctica. Ella va a misa y tiene un crucifijo sobre su cama, tuvo ese marido con el que le recomendaron casarse porque era mejor que vivir juntos, por los hijos… pero Eduardo era un marido a lo Gaspar Llamazares, de los que pueden acompañar a sus suegras a la puerta de la iglesia, pero no entrar. Para Luz todo se puede analizar simbólicamente. Y ella siempre piensa en la inspiración no como un ángel que viene y te habla al oído, sino como algo subconsciente, la unión del subconsciente con el pensamiento racional, que es también el espíritu… Así que quitó un artículo o no puso dos veces esa palabra, y eso asegura que se hace sobre la marcha, sin necesidad de estar tachando ni nada… Es como ella lo expresa oralmente no, luego, como lo escribe. Pero (yo) digo que eso no es la inspiración… (yo) digo que mi inspiración ahora eres tú… aunque antes también fuiste tú. No a la hora de escribir, como ahora. Sino a la hora de inventarme… esta (yo) que soy. Aquella a la que no le dejaron ser. Pero sí, si a Luz todo le parece revelación, interior y exterior… un poco así lo vivo (yo) también. Y cuando le preguntan por sus tres nombres sustantivos… lo que dice es lo que dice Gerardo Diego, otro mentor, como Manuel María… que esa combinación azarosa, de la luz, el pozo y la garza… no es casualidad porque nada es coincidencia, que estas cosas son premeditadas por los dioses, la vida o el universo. Y que, por ejemplo, la luz en su hogar era algo considerado sagrado, santificado, como la lengua… y que su madre le rezaba todas las noches una oración a Edison, porque antes de tener la bombilla incandescente, todo le parecía muy triste. Así que divinidad, gracia, vía de salvación, conocimiento, conciencia, amor, verdad, alma… todo ello residente y derivado del concepto de la luz. Porque la poesía precisa de signos que transmiten una significación superior. Y lo que Luz piensa es que el arte y el conocimiento se necesitan mutuamente, así que lo que ella ve en la poesía es una experiencia trascendental, que es lo que yo veo en esos conocimientos que nos compartía tu compañera Cristina. El poema de el seixo branco pertenece a su ‘Concerto de Outono’ (1981). Pero en su prehistoria hubo un ‘Ánfora’ y, luego… hubo duelos, tan dolorosos, como pueda ser ya no la muerte de una hija, sino la de una nieta. Con Jaime empezamos a hablar de ella porque yo le dije que me gustaba Marina Mayoral pero él no la conocía. Y tanto a él como a su mujer les prometí que en si estaba en mi mano… yo haría algo por dar a conocer a Bóveda a los demás. No sé si lo habré logrado. Y prosigo.«

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Otro camino: LUNA MONELLE (segunda parte)

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