La religión de las hembras (245)

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INTERFERENCIAS

Hoy lo primero que hago es poner el título a esto. Porque de fondo escucho el partido de Landaluce. Quiero leer a Luna en su poemario, pero, al mismo tiempo, no quiero perderme ese partido, ni la rueda de prensa que va a dar Alcaraz, en el Conde de Godó, donde no jugará debido a una lesión o molestias en su pronador. Martes santo. Y Miércoles Santo. Las esquinas deben pertenecer a la casa de ella. Y quizá las sensiblerías sean solo objetos sin valor, más allá del valor emocional que puedan tener, que ocupan esos mismos lugares que ocupan los libros de él. O, tal vez, ella no se refiera a eso, porque trascienda el lugar y el espacio y solo hable de su corazón. El poema como cobijo. Soñé a mi madre. Laura aparece. Luna dijo que Laura siempre aparecía en todos sus poemarios. Aquí como un auxilio. Pero soñó a su madre. Y de eso ninguna palabra. Llamó la de él. ¿Por qué razón estaba cubierto él de flores? Tampoco es tan difícil imaginar que eso pudiera ser posible, que ella tuviera ese gesto extravagante para con él. ¿Es Castro el hijo mayor? Ese verso no lo entiendo. Lo transcribo: «primogénito laureado contra esta orfandad /«. Aunque ahora parece que sí, la orfandad es la de ella. Pero ¿qué puede querer decir hacer honores? Por más que lo intento el destino siempre es el mismo: ser expulsada del texto, porque aquí no se da ninguna razón. En el fondo, eso de la responsabilidad deben explicarlo las preguntas siguientes. Y puede que sea así, que la huida es genérica. Más inquisición. Los gestos son inaprensibles. «¿No sabes acaso que la religión de las hembras es su vulva?» Eso dice ella que decía una de las páginas del libro que él le regaló. He buscado esa frase y no he hallado ninguna pista. Así que no he podido averiguar tampoco quién era ese sultán que abofeteaba prostitutas. Pero el pétalo no podía ser el de una cala. Por cierto, ahora lo que escucho de fondo es una maratón. Landaluce va ganando, pero eso lo sé por la red. Domingo de resurrección. Él deja su casa. Y a mí me sabe a poco esto. Incluso me parece una burla para un poema. Que puede que no lo sea, en el fondo. Quizá solo era un intento de resumen vacacional. «Si escribo como española / -dice- solo es por seducirte». No sé, aquí me siento hasta un poco desencantada. Así que me muevo hacia la página aledaña. Casualmente Castro y leo que insiste en lo del casamiento. Pero por qué castigo. Y sin querer pienso en la Jolie y en Maléfica. Por el ala, aunque no por el pétalo. ¡Qué difícil es todo esto! He pensado en ti. Ya es una sensación recurrente. Como que quiero salir de aquí y resguardarme en el libro de Ezra. Paso a la página de al lado y el desengaño crece. Deserté de un hombre. Supongo, claro, que ella se refiere a Antonio J. Rodríguez, a quien yo espero leer futuramente en Fresy Cool, cuando lo retome. Aunque hoy por primera vez pensé en Angelica Liddell, como un salvavidas. Soy sincera. Creo que si no le dices a alguien la verdad de lo que estás sintiendo eres una mierda. Aquí hay una colada y hay pijamas. Evidentemente, hay algo en mí que se rebela contra lo anterior. Porque una vez que inicias un camino lo que deseas siempre, aunque sea duro, por momentos, es concluirlo, como este poema. Yo también anhelo el misterio. Pero, sí, un misterio que pueda entender, que todavía pueda entender. Sin que su autora tenga que explicármelo. Franqueza. Es lo que yo destilo hoy. Día en el que he tenido un pequeño sobresalto, del que no quiero hablar. No sé, quizá no lo entienda bien. ¿Habla ella aquí de cómo le dio pasaporte a su marido para llenar su casa de chicas desnudas? Faltan, lo sé, los chicles. Fue una decisión tomada a medias, influyó él e influyeron ellas. Calcetines perfumados, luego. Y jabón. Se llena algo en el aire. De él para que no falte, porque en el fondo falta. Ganas de salir de aquí. Quiero decir que es opresiva la sensación de este amor. Como era opresiva la sensación, bastante claustrofóbica, en Anatomía de una caída, de Justine Triet. Supongo que la culpa de todo esto la tiene la televisión de fondo. El hecho de que hoy no esté aislada.

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Otro camino: LUNA MONELLE (segunda parte)

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