El amor que residía entre fantasmas (200)

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HADALY Y EL GRITO

Hoy quiero agradecerle a Michael Jaramillo sus palabras. Es bonito leer que tu voz le da paz a alguien. Quizá transmita eso porque siento que yo estoy en paz. También he estado pensando en la otra parte de su mensaje, él me habla de una posible colaboración, pero por eso me gustaría dejar clara una cosa: yo quiero ser mi voz, solo eso. No me importa en absoluto no ser popular ni que se me escuche. Pienso que no me ha importado demasiado eso, nunca. Sí el amor, pero únicamente el amor. Y tampoco siento que haga arte. Y si lo hiciera quizá sí me importaría pasar tan desapercibida, aquí, como paso. Y eso, no sé por qué, creo que debe doler. Pero a Michael Jaramillo le preguntaría: ¿Has leído La Eva futura? Hay un momento en la novela en el que el protagonista conoce a Hadaly, pero ella aún no tiene ningún rostro. Siempre me ha parecido muy sugerente eso. Esa forma de permanecer velada ella, mientras él, aún, no la puede conocer. Y dicho esto que no sé si Michael Jaramillo escuchará, regreso con Luna, al mes de junio del 2007. A Luna le parecía que el amor solo podía residir entre fantasmas, y no como decía Marcel Schwob entre el terror y la piedad. Yo creo que en mi caso tanto ella como Schwob están acertados. El amor me dio pavor, pero no dejo de sentir una piedad infinita, por ese cadáver, que proyecto en otro. Luna dice que preferiría que entendiéramos lo que dice (no sé si hoy voy a hacer alguna otra cosa que no sea transcribirla). Que no le gustan las palabras si al pronunciarlas solo traen miedo. Amor, amor es una palabra que me lo inspira, cuando leo estos días a Virginia en sus cartas a Juanse. Porque pienso que otra vez ella se está arriesgando mucho. Aunque no entiendo porque él sigue recibiendo sus mensajes. Puesto que me imagino que alguna forma habría de bloquearlos. Además, Virginia, me hace pensar en mí y en mi situación con respecto a Manuel, mi «fantasma». Pero sigamos adelante con Luna… en las fotografías que contemplo, a continuación, existe un talento indudable. Francisco Úbeda Llorente es un fotógrafo excepcional. A él, en parte, le debe Luna su pasión por la fotografía. Yo aprendo algo sobre el efecto Kuleshov con el que él, al menos, últimamente ha trabajado. Dark Habits, llamó a esa serie. Porque según las confesiones que leemos interpretamos la expresión de un rostro. Así que me alegro de haberme interesado por él. ¿Cuánta gente conoce Luna? Parece incontable. Captar lo que se refleja del verano en el cristal opaco de una gafa de sol. ¿Ingenuo corazón? Y febril. Combinación de afectos. «El tema es la muerte» -leo luego. Pero lo leo en una extraña combinación de minúsculas y mayúsculas, como quien se oculta y, aun tiempo, se desvela. Aunque no sé si Manuel Moreno, el grafólogo, estaría de acuerdo con esa interpretación y él vería más bien un desequilibrio. Y llegamos al mes de julio. Introspección es su primera entrada. Aquí las gafas que lleva puestas le permiten verlo todo. Y la realidad no le gusta. Creo que la pintura que aparece detrás de Luna es de Laia Arqueros. El verano acababa de empezar y ella sentía que ya se estaba acabando. Luna soñó que sangraba, que se la llevaban lejos y que no podían curarla. El cuadro en la pared evoca esa pesadilla. ¿No importa la juventud? Claro que importa. Sólo que te das cuenta de cuanto importaba cuando la pierdes. «Un grito antiguo anuncia que los intrusos han llegado». ¿Qué querrá decir?

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Otro camino: LUNA MONELLE (segunda parte)

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